En Arequipa se consigue…

Parece que hay alguna gente en Perú que se copa con las cosas que escribo. Primero fue Ficcionales, que me publicó un cuento en su homenaje al Boom Latinoamericano. Ahora, desde Arequipa, el genio de Ray López Chávez, escritor de esos pagos, me invita a participar de la Revista Digital Dragón Escritor. Y también me hace una entrevista. Se las dejo, capaz digo algo interesante.

Cuando muera quiero ser velador

Buenas, ya que estamos, le comento que mi nuevo libro de cuentos ya está disponible. Si querés adquirir un ejemplar, entrá al link y pagalo por 5 luquitas (por ahora). Lo retirás en los próximos Alto Guiso Cultural, (busquen por redes de qué se trata esta movida), en las presentaciones de la editorial Clara Better, en las que voy a hacer a lo largo del año. O, si tenés paciencia, te llega hasta tu casa (en bici, con lo que sale el bondi…)

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Cuando muera quiero ser velador

El recuerdo de Mariano Carril fue lo primero que se me vino al despertar la mañana en que cumplí 75 años. O más bien, lo primero que recordé fue que no había hecho el gran aporte a la revolución y que todavía estaba vivo. Y por eso me acordé del Tío Carril y de su prédica geronto-revolucionaria. Lo conocí en persona una tarde de primavera en la glorieta de las barrancas de Belgrano. Había tomado contacto con él unos años antes, en alguna de las FLIA que se hacían en el auge asambleario pos 2001. Nunca me gustó mucho ese rejunte jipón anarco y salchipapa. A lo mejor de envidia porque siempre fui medio vainilla para escribir, aunque también creía que ese ensalada no era más un embole de egos pretenciosos de la categoría poca plata seudo-zurda, de los que no tienen para pagarse un libro en Dunken.

Pero la verdad es que siempre compré libros y cosas ahí, y nunca me decepcionaron. Mi método, recomendado por Jorge Asís en alguna posta de la trilogía de Canguros, era infalible. Elegía el libro siempre por la tapa y solamente por la tapa. Trataba, en lo posible, de evitar leer títulos y cualquier información accesoria. Así llegué hasta una tapa consistente en una foto de una camioneta cargada de ataúdes que al parecer se había quedado sin combustible o sufría una falla de algún tipo y, por ende, era empujada por varios ñatos.

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Jesús

– Corran, corran!

 Voy, dijo Jesús, pero antes cargó su gomera con la última piedrita, apuntó con frialdad y sacudió con todas las ganas. Pero no pudo ver si le había acertado a un soldado porque sintió el sacudón en el hombro y empezó a correr. Palestina es un revuelo constante y la violencia va y viene por las calles. Jesús y sus amigos se refugian por un momento, hasta que vuelvan a juntar fuerzas y piedritas. La miseria, a veces, suele ser aliada. El hacinamiento en los barrios pobres, o sea en todos, les ayuda a esconderse del ejército.

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La scaloneta y la vulgaridad del pensamiento colectivo

Pasan los meses y la euforia histérica va dejando paso a la degustación más calmada, pero seguimos festejando. Al margen del elemental festejo del campeonato mundial, el enamoramiento popular con la Scaloneta es anterior y va más allá de la copa. Las explicaciones más obvias a las más trilladas para el fenómeno van siempre asociadas con la idea de identificación-identidad que a mi entender, no dan cuenta de lo más importante: el fútbol. Porque la épica, tan maradoniana, eternizada en la derrota de Italia 90, con impronta siempre tanguera -primero hay que saber sufrir, hasta los penales- puede ser expresión de identidad nacional tanto del fútbol como del luche y vuelve o de la enésima vuelta de Maravilla Martínez. Lo mismo vale para que resaltar el hecho de que la gesta sea colectiva. Pero hay algo bien particular, parece que es tan evidente que no se ve.

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Muchaaaachoossss

Este especial de fin de año viene necesariamente futbolero. Corazón y pases cortos para este 2023! Van cuatro, porque ya queremos la cuaaarta!!!

  1. «¡Es Roberto Carlos! gritó el Gringo Lebán con los brazos clamando al cielo, y enseguida bajó el murmullo de aprobación de las gradas, ante la falta del grito de gol. Ocurrió que todo el mundo se había quedado mudo de la sorpresa después del tiro libre que el Cubre Pozos Ramírez clavara en el ángulo. Leer Roberto Carlos
  2. «Iban apenas veinticinco minutos del primer tiempo cuando la ciudad gritó el segundo gol y el comisario Rocha se lamentó. Remontar un dos a cero no era imposible, pero era más que difícil. La selección había encontrado el equipo y la suerte con las llaves había hecho el resto. Es decir, si todo seguía así, el combinado nacional volvería a jugar una final. O sea, si todo seguía así, habría otro crimen.» Leer Arlequineros
  3. «Satanás, que más sabe por viejo, jugó simple, como era antes: win derecho-centro atrás-medio gol. Asmodeo tocó corto para Belcebú, que sacó un pelotazo largo para el pique en profundidad de Juan sin Ropa, quien encaró por afuera ante la salida de un perro y ganando en velocidad la puso llovida sobre el área, un poco pasada, triangulando con Astaroth, que picó desde atrás para  cruzarla al segundo palo, de sobre pique, con un frentazo que le sacó chispas al arco». Leer El Pibe
  4. Los relatos de Osiris parecen seguir la línea de numerosos autores que han jugado con la especulación histórica consistente en tratar de establecer el desarrollo que hubiera experimentado una cultura, una sociedad, de no haberse producido un hecho histórico determinante. En ese sentido, la obra de Osiris se basa en un escenario apocalíptico sostenido por un hecho particular: Argentina gana la final del campeonato mundial de fútbol de 1978, como local, ante Holanda. En la versión de Osiris, el remate de Rensenbrink (autor del gol del triunfo holandés en el último minuto del partido), pega en el palo, haciendo que el cotejo se defina en tiempo extra, con el triunfo final de Argentina por 3 a 1. Leer Crónica de un tiro al arco olvidado

Magnicidio

Un drone, pensó, un drone era tendría que haber sido siempre la primera opción. El cuerpo destrozado y desmembrado de la presidenta en ciernes le daba la razón. Para qué tanta espectacularidad, tanto añorar en la

impronta de Fuenteovejuna. Finalmente, ‘mejor que decir es hacer’, se dijo, se felicitó, mientras aceleraba la Hilux por Panamericana. Estaba a minutos del country, tendría que haber llegado antes, no tendría que haber salido de allí ese día.

Pero era un hombre de terreno, un mariscal de campo, no aguantaba no estar en el escenario, aunque lejos. Supervisó el vuelo, dio la orden, ejecutó frío al piloto después. Seis cadáveres en total, contando los colaterales de la plaza. Al menos por ahora. Esa noche serían cientos en todo el país. Pero duraría poco, días, semanas. Muerta la perra se acabó la rabia. Muerta la yegua, se acabó el quilombo.

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Escondidas

Ya gané, seguro, otra vez. Soy una campeona de las escondidas, aunque Martina diga que hago trampa. Ella también hace lo mismo siempre. Yo ya me doy cuenta porque soy más grande y además porque mamá me dice todo el tiempo que cuando venimos con Martina a la plaza no me tengo que abusar de ella porque es más chica y es medio retardada. Mamá no dice “retardada”, cuando habla conmigo pero yo la escuché varias veces cuando habla con la abuela Sofía, y le repite siempre que la tía Felisa es una pobrecita que la dejó el marido y le salió una hija retardada.

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Conducta en los velorios virtuales

No posteamos por los “me gusta”, ni por la necesidad de compartir. Ya se habrá sospechado: posteamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía. Mi prima la menor, la que es técnica informática y streamer, youtuber, instagramer y todas esas cosas, o sea está de los dos lados del mostrador, se encarga de cerciorarse de la índole del duelo. Y si es de verdad, si se llora porque llorar es lo único que le queda a esa gente que perdió algo significativo para su existencia, entonces nos quedamos en el molde y los acompañamos desde lejos. A lo sumo mi madre pone un corazoncito en nombre de la familia; no nos gusta interponer insolentemente nuestra vida ajena a ese diálogo con la sombra.

Pero si de la pausada investigación de mi prima surge la sospecha de que en un posteo de Face o de Twitter se armó la fantochada de aprovecharse de un muerto para figurar un poco, entonces la familia se conecta, espera a que el velorio esté a punto, y se va presentando de a poco pero implacablemente.

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